Iranduba, Brasil, cerca de la casa de Dora (foto James Martins)
Dora Salvador era enfermera, esposa, madre, activista y líder de la asociación comunitaria de su pueblo, pero para aquellos empeñados en explotar la Amazonía, ella era solo una cosa: un enemigo que se interponía en el camino de sus ganancias ilegales.
El valiente liderazgo de Dora había frustrado durante mucho tiempo los negocios ilegales de tierras en Portelinha, una comunidad del municipio de Iranduba en el estado brasileño de Amazonas. Este terreno, que se encuentra frente al mar, es popular entre los residentes adinerados de la cercana Manaus, que compran una parte de ésta tierra para construir casas de fin de semana allí.
El 12 de agosto de 2015, lo que Dora había temido se hizo realidad. Fue secuestrada en su casa por cinco intrusos, y su cuerpo maltratado fue encontrado junto a una carretera al día siguiente. Había sufrido 12 heridas de bala en la cabeza, en las extremidades y en el torso.
En octubre, el Vaticano celebrará el sínodo de la Amazonía. En los meses previos al sínodo, honramos a muchos mártires como Dora, que dieron su vida por la justicia ambiental y los derechos humanos en la Amazonía. Junto con los obispos de todo el mundo, rezamos para que las personas de la Amazonía sean tratadas con equidad y sus recursos se utilicen de manera justa y sostenible.
Gracias al sacrificio de Dora y otros mártires de la Amazonía, estamos «rodeados de una multitud tan grande de testigos» (Hebreos 12: 1) que nos dan esperanza y valor para la tarea en cuestión. En los cuatro años anteriores a su muerte, Dora a menudo recibió amenazas de muerte, dos años antes, fue agredida por el mismo narcotraficante y comerciante ilegal de tierras que luego fue condenado por su asesinato.
Aun así, Dora persistió. En nombre de su pueblo, ella testificó ante la Asamblea Legislativa del Estado Amazonas. En su compasión, luchó no sólo por los derechos sobre la tierra sino también por una mejor vivienda, salud y educación; ella no se sentía intimidada, y en honor a su memoria, nosotros tampoco.